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Lourdes Moya lleva más de quince años en Almendralejo desde que regresó a Extremadura. G. C.

«Mis hijos me animaron a escribir un libro y así lo hice, a través del whatsapp»

Lourdes Moya ha aprovechado la pandemia para sacar a la luz todos los recuerdos de su infancia y su familia y ha editado el libro 'Mi árbol'

Domingo, 12 de septiembre 2021, 10:10

En el libro que ha escrito Lourdes Moya Romero, la autora aparece con mascarilla en la fotografía. No es un hecho casual, ni un descuido, es que ella no quería que se olvidase que 'Mi árbol' se fraguó y escribió en plena pandemia de covid-19.

Con 82 años y confinada en su casa, Lourdes comenzó a repasar la historia de su vida a través de las calles de su infancia en Almendralejo y también del árbol que todavía se puede ver en el colegio Antonio Machado y que se plasma en la portada. El árbol donde ella se subía cuando era aún una niña para merendar el pan y el quesito que le daba su madre Leopolda.

El libro es la plasmación de un retrato vital, de esa vida difícil que le tocó vivir, como a muchas otras familias, «pero éramos muy felices», apunta en una entrevista a HOY.

Y en todas las páginas de 'Mi árbol' se refleja la admiración hacia una madre que tuvo que sacar adelante a sus cinco hijos sola, tras enviudar en los primeros días de la Guerra Civil. También una situación que tuvieron que vivir muchas viudas jóvenes de entonces.

La vida de Lourdes y de su familia es un reflejo de la sociedad española en una zona rural como la comarca de Tierra de Barros, de ahí que en el libro plasme una realidad vivida no hace mucho. Una vida dura, pero feliz y que hoy recuerda sin rencor. «Mi madre nos enseñó a perdonar y a no odiar».

Cuando llegó la pandemia, «una guerra sin tiros, pero una guerra», llegaron todos esos recuerdos. «Y así todo empezó a fluir y fluir y me vinieron esos recuerdos, cada vez más. Así que mis hijos me animaron a escribir un libro y así lo hice, a través del whatsapp».

Contándole a su hijo todas las historias de su familia y su niñez. «No tengo libretas para mirar apuntes, lo tengo en la cabeza y es un honor. Es lo que le ha llevado a escribir el libro».

Lourdes ha editado varios ejemplares para regalarlos a sus familiares y también a sus vecinos, engrosando los fondos de la Biblioteca Marcos Suárez, pero ya avanza que este otoño quiere publicarlo y ponerlo a la venta. De hecho, ya han sido encargados.

Encerrada en una habitación, se inspiraba y comenzaba a repasar la vida de su madre, una joven que nació en Puebla de la Reina y que se casó con un prometedor empresario.

Mientras gozaba de una vida feliz y fácil en una buena casa, en la que su marido la cubría de regalos y nacían los hijos, hasta cinco, era difícil presagiar lo que le deparaba el futuro inmediato.

Los prósperos negocios del marido, que llegaban hasta Sevilla, despertaron enseguida las envidias de otros hombres del pueblo y, aprovechando el avance de los militares, algunos ajustaron cuentas bajo el anonimato.

En cuestión de días mataron al marido y al padre de Leopolda, que se quedó viuda embarazada de Lourdes, su quinta hija.

Muchos le dieron la espalda y el ejército la asedió quitándole el cereal de la empresa para dar de comer a las tropas gratis. Así que con el arrojo que dan las circunstancias y la máquina de coser que le había regalado el marido, decidió trasladarse hasta Almendralejo con sus cinco hijos en busca de una vida mejor.

Alquiló su acomodada casa en Puebla de la Reina a un inquilino, que pronto dejó de pagarle. Y se instaló en una pequeña casa de Almendralejo con sus cinco hijos. Sólo tuvo la ayuda de un hermano suyo, que emigró fuera de Extremadura para estudiar y logró tener cinco carreras universitarias.

Gracias al tío de Lourdes y a la máquina de coser, Leopolda pudo sacar adelante a su familia, trabajando de día y casi de noche.

Su dedicación era tal que ideó la posibilidad de alquilar alguna habitación de su casa para hospedar a algún visitante. Lourdes, la más pequeña y viva, siempre estaba pendiente de los artistas que llegaban a la ciudad. Así fue cómo Lourdes invitó a Pinito de Oro y a su familia a hospedarse en su casa y entabló amistad hasta el punto de que sus hermanos llegaron a actuar en uno de sus números en la ciudad.

Con mucho sacrificio de su madre, los cinco hermanos salieron adelante. Su hermano Leocadio comenzó a trabajar en el Círculo Mercantil durante 40 años.

La bondad de la madre era tal que, a sus 80 años, cuando murió de forma repentina uno de sus hijos, soltero, donó cuatro órganos del finado. «Se lo solicitaron y ella dijo que si puede dar vida a alguien, lo hacía».

Leopolda llegó a recibir algún homenaje, como de la la Asociación de Amas de Casa Nuestra Señora de la Piedad, y también del Ayuntamiento, aunque murió días antes de disfrutarlo.

Y gracias a la pandemia, al igual que ha sucedido con otras muchas historias, han salido a la luz en libros como 'El árbol' de Lourdes Moya.

«A pesar de aquellos tiempos y lo que ocurría, que reflejo en mi libro, era una niña feliz, no me faltaba de nada. Se sentía el amor de una madre entregada y unos hermanos pendientes unos de otros».

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