Borrar
Coronada Díaz Tortonda lleva toda la vida como maestra y directora. g. c.
«Yo creo que la docencia es la mejor profesión del mundo»

«Yo creo que la docencia es la mejor profesión del mundo»

Coronada Díaz Tortonda es una maestra jubilada y directora durante décadas del Colegio Concertado Ruta de la Plata

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Lunes, 29 de noviembre 2021, 19:44

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Después de estar casi 40 años ejerciendo como maestra y directora, y ya jubilada, sigue ligada al colegio Ruta de la Plata, aunque dice sentirse reconocida por maestros de la enseñanza tanto pública como privada.

gloria casares

Coronada Díaz Tortonda, la señorita Coro. Es difícil encontrar en Almendralejo a alguien que no haya oído hablar de esta mujer, villafranquesa de nacimiento, que ha dedicado toda su vida profesional a la docencia en Almendralejo. Y lo ha hecho primero en el antiguo Colegio Santa Ana y después en el Ruta de la Plata, de donde se medio jubiló hace un año y medio.

Después de estar unos años con una jornada laboral del 25%, ahora dice que se ha jubilado, aunque regresa dos días en semana a lo que ha sido su casa, el colegio, para ayudar a sus compañeros y seguir conectada a la docencia.

–¿Cómo empezó en Santa Ana?

–Pues porque después de estudiar Magisterio, hice un curso de biblioteconomía, que también me gustaba mucho y me llamó don Mariano para trabajar. Trabajé desde el 1979 a 1981. La verdad es que me fue muy bien porque con don Mariano aprendí a que me gustaran los libros y a que me gustara muchísimo ese mundo.

Y después comencé a dar clases en el colegio, aunque durante un tiempo seguí compaginando ambas tareas.

-¿Te gustó?

-Sí, mucho, porque el mundo de la biblioteca también es muy bonito, pero no como la docencia. Porque la escuela es una vocación mucho más fuerte, al menos para mí, que te hace sentirte estupendísimamente. Yo creo que es la mejor profesión del mundo, porque si no hubiera maestros, ¿qué haríamos? Para mí es una satisfacción tremenda el que un niño aprenda a leer.

Hoy he estado ayudando con un refuerzo a un niño que tiene muchas dificultades y mira que a mi edad, no sabes la alegría que me ha dado cuando ha sabido leer el cuento, casi lo ha entendido. Esas cosas te dan una satisfacción tremenda.

Es que yo creo que la base de todo está en el saber. El no tener cultura y no saber cosas, te hace estar en manos de unos y de otros.

-¿Somos conscientes de la importancia de los maestros?

-Pues mi experiencia es que los padres siempre han estado ahí apoyándonos y viendo todo lo bueno que hacíamos, por lo menos en este centro concertado. Lo malo que hacíamos, casi no se nos tenía en cuenta. Después hubo una época que sí y yo creo que ahora estamos otra vez en una época buena. Y a que los padres digan que están a gusto en un colegio, que están dispuestos a luchar y a que vean a esa maestra como referente importante.

-¿A qué dedicas ahora tu tiempo?

-Lo bueno que te da la jubilación es tiempo. Y yo llevo catequesis, estoy con temas de misiones y después hablé con la junta directiva del colegio y les propuse seguir viniendo y ellos enseguida me dijeron que sí. Ahora vengo al colegio los lunes y los miércoles unas horas a echarles una mano.

La verdad es que me siento querida, porque llevamos tanto tiempo trabajando juntos que somos como una familia. Con algunos llevo trabajando 40 años. Siempre he mandado y ahora me mandan, estoy contentísima.

-Fundaste una oenegé, ¿qué supone para ti?

-En ese momento, en el año 1996, cuando el padre Isidoro viene de Perú de unas misiones, todos queríamos apadrinar, con lo que nos contaba. Pero, con buen criterio, reunimos a los claustros en Santa Ana y apostamos por crear un proyecto común, que es la Casa Hogar Santa Ana en Leymebamba en la Amazonía peruana. Y yo he ido todos los años allí, menos el de la pandemia. Hacemos muchas actividades para ayudar a los niños allí. Ahora estamos con los dorsales solidarios para mantener ese proyecto. Y mantener este proyecto, que llevamos 22 años, nos ha costado a los padres, a los alumnos, a los profesores y aquí seguimos.

Son unos 30 o 35 niños que viven en una casa hogar, que es lo que fundamos, y allí están como en su internado, porque el pueblo está como a 15 horas andando o hay que ir a caballo, porque en ese pueblo no hay centro de enseñanza secundaria.

Así que, entre un poquito que aportan los padres y lo que nosotros apoyamos, pues vamos sacando para adelante el proyecto.

-Es una forma de concienciar a los alumnos.

-Sin duda, y a los alumnos se les va quedando. Es que yo creo que la gente, en época mala, nos volvemos más solidarios. Quizás porque vemos a la gente que lo necesita más cercana. Lo bueno es que los profesores jóvenes han sabido transmitirles eso, porque la gente mayor nos vamos, pero si eso puede continuar, pues estupendo.

-¿Crees que la escuela concertada es suficientemente comprendida?

-Yo creo que la sociedad no sabe lo que se trabaja realmente en un centro concertado. Lo primero porque funcionamos en casi todo como un centro público, no podemos coger un profesor porque sí. Las matrículas, igual, porque hay un número concreto, y con los mismos requisitos que un centro público.

Ha habido momentos en los que nos hemos sentido con muchos problemas. Es verdad que fuimos muy importantes cuando en el año 1982 Felipe González instituyó los conciertos y, después, es verdad que hay pocos alumnos. Pero en un colegio concertado se trabaja muy bien, porque tenemos a favor que casi no cambiamos de compañeros, no hay interinos.

-¿Qué anécdotas recuerdas?

-Pues tengo tantas que es muy difícil. Un día se me olvidó un niño en el autobús. Cuando vino el padre y fuimos a buscarlo, estaba dormido el pobre en el autobús dentro de la cochera.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios