

Nacieron con la intención de reducir el consumo de sicofármacos y se han ido transformando para adaptarse a las necesidades de la población. Se trata de los llamados 'grupos para la ansiedad y el malestar emocional' del Servicio Extremeño de Salud, que durante los peores meses de la pandemia se ofrecieron también como alternativa para ayudar a los profesionales sanitarios a afrontar la nueva enfermedad.
En Almendralejo llevan años desarrollándose en el Centro de Salud de San Roque de Almendralejo, dirigidos por la trabajadora social Rosa Torres, que está destinada tres días a la semana a este centro, mientras que los otros dos debe acudir a la consulta de Planificación Familiar de Villafranca de los Barros.
Ella es la conductora de los grupos junto con compañeros de enfermería y medicina, a los que semanalmente acuden unas quince o veinte personas, de todas las edades y con todo tipo de problemas, pero con un denominador común, el deseo de buscar una ayuda para mejorar sus vidas y su ánimo al margen de los fármacos.
Y es que estos talleres, que también se desarrollan de forma online cada miércoles para toda Extremadura, conducidos por dos psicólogos y esta trabajadora social, nacieron para disminuir el consumo de ansióliticos en las personas con estado anímico bajo o depresivo, con enfermedades crónicas o con muchos dolores. «Se ha conseguido reducir el 55% el uso de benzodiacepinas».
Así lo relata la propia Rosa Torres a HOY, una trabajadora social que está muy satisfecha después de ver la evolución positiva de muchas de las personas que acuden a los grupos, «hay gente que sufre trastornos por ansiedad, síndrome depresivo, insomnio o incluso artritis, pero no sabes cómo han mejorado de lo suyo con estos talleres. Pero le viene bien a cualquier persona».
Reconoce que el equipo comenzó trabajando con un esquema y guiOn, pero con la experiencia han aprendido que lo mejor es que «el diálogo fluya entre todos, nosotros no podemos dar consejos, tampoco entre ellos, pero cuando alguien cuenta su historia, el otro se ve reflejado en ella y eso ayuda. Es como una sala de espejos».
Con ese diálogo se consigue que sean ellos mismos los que encuentren la solución a sus problemas o, al menos, la forma de afrontarlos para que sea menos dolorosa. «La gente descubre lo que le ayuda». Por suerte, ya se han beneficiado de ellos casi un centenar de personas en Almendralejo.
A los talleres, que ahora están abiertos a la inclusión de más participantes, acuden personas de todas las edades, desde jóvenes hasta personas de edad. La mayoría son mujeres, pero ya van entrando hombres, indica esta trabajadora social, que apunta a que «muchas de las enfermedades tienen conexión con lo emocional».
Además, pone el acento en la importancia de «crear un espacio para hablar sin ser juzgado, al margen de las apariencias de las redes sociales; y así se logra identificar su emoción e incluso practicar aquello que le vino bien a otro».
Para llevar a cabo estos grupos, los profesionales del SES reciben formación especializada por un equipo de expertos en psiquiatría y psicología de Huesca.
El desarrollo de estos «grupos de ayuda mutua» que se vienen celebrando en muchos centros de salud de Extremadura, les ha valido un reconocimiento público en forma de premio, así como el hecho de que se les tome como modelo para implantarlos en otras comunidades autónomas.
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