En Extremadura hasta el domingo había sólo dos chicos que practican gimnasia rítmica. Ahora ya sólo queda uno, porque el almendralejense Alberto Lallave ha sellado su retirada definitiva a los 27 años. Pero Alberto lo ha hecho a lo grande, logrando el subcampeonato de España de gimnasia este pasado fin de semana en la modalidad de cinta de la categoría senior absoluta en los nacionales masculinos.
A pesar de que son pocos los gimnastas masculinos, España tiene el honor de ser pionera en crear competiciones de rítmica para hombres. Países como Grecia, Italia o Francia carecen de ellas, motivo por el que gimnastas de estos países viajan cada año a España para participar en estos campeonatos nacionales. «Hacen miles de kilómetros para una competición de un minuto y medio de ejercicio. Pero es ilusión», asegura este joven, que seguirá vinculado con la gimnasia, pero como entrenador.
La vida deportiva de Alberto ha estado ligada siempre a la gimnasia rítmica, «empecé en 2008, con 12 o 13 años, porque era un niño muy nervioso cuando era pequeño y no me gustaba ningún deporte. Probé la rítmica y al final llegaba a casa mucho más cansado después de desfogarme en el pabellón. Y encontré una vía de canalización de la energía excesiva que tenía y me acabó gustando mucho».
En 2014 tuvo que retirarse por una lesión de rodilla y dos años después se inició como entrenador junto a la exgimnasta y directora del Gimnástico Almendralejo, Marta Calamonte. Pero el año pasado, después de ocho años parado, decidió probarse de nuevo y volver. «En 2022 me puse manos a la obra y competí en el campeonato de España con muy buenos resultados». La experiencia se iba a quedar ahí, pero lo animaron para continuar un año más, «pero ya cierro este ciclo, esta etapa de mi vida».
Reconoce que el trato ha sido muy bueno hacia un hombre dentro del mundo de la gimnasia, pero no así fuera. «En un pueblo los inicios fueron más complicados, pero tú te centras en lo tuyo y haces oídos sordos a las críticas. No he sufrido mucha discriminación por ser hombre en este deporte y he tenido a mucha gente que me animaba».
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A pesar de ser una rara avis en la rítmica, la defiende porque «me ha aportado mucha organización para estudiar y hacer varias cosas a la vez». Alberto siguió estudiando compaginando el bachillerato y la gimnasia. Tras terminar peluquería, «necesitaba algo más», así que decidió hacer el curso de tanatopraxia, para maquillar a los difuntos, que ahora completará con prácticas en un tanatorio de Madrid. «Lo he hecho porque me gusta».
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